Volaba de Roma a Budapest. Había mucho tiempo antes del avión, con sólo una mochila, así que decidí tomar el tren al aeropuerto en lugar de un taxi. En la estación de Termini miré el horario: o Leonardo Express o un tren normal, a mitad de precio. No llegaba tarde a nada, así que compré un billete para el tren normal en la máquina expendedora de billetes... ¡Ahí empezaron los problemas! En primer lugar, me costó encontrar la vía de la que salía el tren, pero con la ayuda del personal de la estación este problema se resolvió con relativa rapidez, y encontré el tren que estaba en la vía que necesitaba. A juzgar por la hora de salida era mi tren, pero la información de la placa de destino del tren era confusa. Comprobé con los pasajeros, me aseguré de que era mi tren, subí y me dirigí al aeropuerto. Sin embargo, la desafortunada señal de destino no me dio ninguna tranquilidad, y el tiempo antes de la salida no parecía ser lo suficientemente largo. Decidí llamar al asistente de FW, Tony, cuyo contacto había recibido antes de mi visita a Roma, por precaución. Resultó que no iba al aeropuerto, sino en una dirección completamente diferente, ¡oh, el horror! Tony me dijo que me bajara en la estación más cercana, que cruzara el metro hasta la otra vía y que tomara el tren que indicaba el aeropuerto, cosa que hice. Llegué al avión a tiempo. Pero si hubiera llamado antes, no habría tenido que correr por las vías del tren, torturar al personal de la estación y a los pasajeros con preguntas y arriesgarme a perder mi vuelo. ¡Gracias FW!